Comunidades Energéticas en España: Claves, Avances y Retos
Las comunidades energéticas han dejado de ser un concepto emergente para convertirse en un actor relevante dentro de la transición energética en España. Se trata de proyectos colectivos donde ciudadanos, empresas, administraciones y organizaciones sociales se unen para generar, gestionar y consumir energía renovable de manera compartida, con beneficios ambientales, sociales y económicos.
El último informe nacional confirma la consolidación de este modelo: en 2023 se contabilizan 353 comunidades energéticas constituidas, ajustadas a la definición de Comunidad de Energía Renovable de la Directiva Europea 2018/2001. Una cifra que marca tendencia y refleja el creciente interés por un modelo energético más democrático y sostenible.
Presencia en el territorio
Hoy en día, alrededor del 4% de los municipios españoles cuentan con al menos una comunidad energética. No obstante, su desarrollo no es uniforme:
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El País Vasco se posiciona a la cabeza, con más de un 35% de municipios con comunidades energéticas.
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Destacan también la Comunitat Valenciana, Navarra, la provincia de Gipuzkoa y la Comarca de Osona en Cataluña, donde políticas públicas activas e incentivos regionales han acelerado el despliegue.
Estos datos muestran que el éxito de las comunidades energéticas depende en gran medida de la implicación institucional y del apoyo local.
Participación ciudadana y equidad de género
La ciudadanía es el motor principal: más del 95% de las comunidades energéticas están impulsadas por personas particulares. A esta base se suman:
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Ayuntamientos (45%)
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Comercios locales (42%)
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Empresas en polígonos industriales (28%)
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Asociaciones y colectivos sociales (22%)
En el plano de la igualdad, todavía queda camino por recorrer:
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Solo el 22% de los cargos en juntas directivas están ocupados por mujeres.
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Apenas una de cada cuatro comunidades energéticas alcanza una representación femenina del 50% o más.
La transición energética, para ser justa, debe también ser inclusiva y garantizar la participación equitativa de mujeres y hombres en la toma de decisiones.
Madurez de los proyectos
A pesar de su expansión, la mayoría de las comunidades energéticas se encuentran en fases iniciales de desarrollo:
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Solo el 12% cuentan ya con un proyecto energético operativo.
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El resto enfrenta retos relacionados con la burocracia, la financiación y la gestión técnica.
Este escenario evidencia un potencial enorme: la base social y organizativa existe, pero el reto ahora es escalar y consolidar proyectos reales de generación y autoconsumo compartido.
Dimensión social
Las comunidades energéticas no son solo una herramienta tecnológica: incorporan un claro componente social. Según el informe:
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Un 32% aborda la pobreza energética, ayudando a hogares vulnerables.
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Un 22% integra la perspectiva de género en sus proyectos.
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Un 4% desarrolla iniciativas dirigidas a la tercera edad.
Así, además de producir energía renovable, las comunidades energéticas se convierten en espacios de cohesión social, solidaridad e innovación comunitaria.
Modelos y financiación
En cuanto a su forma jurídica, predominan las asociaciones y cooperativas, formatos que garantizan la gestión democrática.
La financiación proviene principalmente de fondos propios de los socios y ayudas públicas, aunque también crecen otras vías como préstamos colectivos, aportaciones municipales o colaboraciones con entidades financieras éticas.
El acceso estable a financiación será un factor clave para garantizar que estos proyectos puedan desarrollarse a mayor escala en el futuro.
Conclusión
Las comunidades energéticas representan una oportunidad estratégica para España: democratizan el acceso a la energía, impulsan la sostenibilidad, generan ahorro, crean empleo local y fomentan la cohesión social.
El desafío ahora es pasar de la teoría a la práctica: reducir trabas administrativas, reforzar la financiación, garantizar la igualdad de género y, sobre todo, lograr que los proyectos se traduzcan en instalaciones que produzcan energía renovable de manera compartida.
Si estos retos se superan, las comunidades energéticas pueden convertirse en el eje vertebrador de la transición energética española, transformando no solo la manera en que producimos energía, sino también cómo nos organizamos como sociedad.
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